
Como todos sabéis este próximo fin de semana se atrasan los relojes una hora, para entrar en lo que se viene a denominar “horario de invierno”.
También habréis escuchado decir que esta medida se toma en pos del ahorro energético, tanto en familias como, sobre, todo, en la industria. Pero, ¿es realmente significativo ese ahorro? Al parecer, los expertos no acaban de ponerse de acuerdo. Te lo explicamos.
El cambio de hora comenzó a generalizarse en Europa a partir de 1974, en una época en la que el Viejo Continente vivía su primera gran crisis del petróleo. A raíz de eso, varios gobiernos tomaron la decisión de adelantar una hora los relojes durante los meses de más luz -entre marzo y finales de septiembre- con el objetivo de reducir el consumo de electricidad. Una medida que a día de hoy aún sigue vigente. No en vano, según sus defensores, se supone que gracias a ella se evita el gasto de millones de euros, no tanto en las propias familias, sino en las empresas del sector terciario y del sector industrial.
Bajo esa premisa, cada último domingo de marzo los relojes se adelantan una hora, para retrasarse a su vez, como ocurrirá en unos días, el último de octubre, tanto en España como en todo el territorio comunitario.
Comúnmente se había venido estimando este ahorro en un 5%, lo cual supondría unos 300 millones de euros, 90 de ellos el equivalente al ahorro de las familias y el resto directamente imputables a los sectores industria y servicios.
Pero no todos los expertos lo ven así. Son cada vez más las voces que cuestionan su impacto económico, achacando que sus repercusiones son muy distintas en función de la situación geográfica de los países y a su vez diferentes para cada sector de actividad.
Los investigadores descubrieron que, mientras que con el horario de verano sí había un ahorro energético durante las noches, este se disipaba durante la mañana en las horas de oscuridad previas al amanecer.
No en vano, la propia Comisión Europea, ya reconoció en el año 2000 que el ahorro energético era “relativamente modesto”, cifrándolo entre un 0,1% y un 0,5%.
Por si esto no fuera poco, hay que sumarle una cuestión importante: ¿Cómo afecta a nuestro biorritmo el cambio de hora?
En relación a esta pregunta, el cronobiólogo alemán Till Roenneber, sostiene que nuestros relojes biológicos no son capaces de ajustarse al cambio de hora tan fácilmente y, por consiguiente, puede darse en la población una notoria disminución de la productividad y la calidad de vida, así como una mayor propensión al cansancio y a enfermar.
No sabemos si el cambio horario tiene las horas contadas o no, pero mientras tanto os recomendamos que retraséis los relojes este fin de semana si no queréis llegar demasiado pronto a vuestra cita del domingo.