In Asesoría fiscal

Los apuros por los que pasa el Fondo de Reserva de la Seguridad Social -la llamada ‘hucha de las pensiones’- hacen que cada vez más ciudadanos sopese la opción de suscribir un plan de pensión que complete los ingresos que percibirá durante su jubilación. Los hay individuales, en los que el trabajador realiza aportaciones que se acumulan y quedan invertidas en activos financieros. Todo para conformar un colchón de ahorro que dé derecho al cobro de una prestación futura cuando se presenten las contingencias previstas (jubilación, fallecimiento, incapacidad temporal, etc.)

Pero también los hay específicos para las empresas, denominados planes de pensiones de empleo. Estos instrumentos financieros son promovidos por una pyme o autónomo para sus asalariados -aunque también puede acogerse el propio empresario-, que se convierten un partícipes del producto. La adhesión a estos planes es voluntaria, y no tiene por qué llevarse a cabo en el momento de su constitución. Puede ser posteriormente.

Los hay de tres modalidades:

  1. De prestación definida. Son en los que la cuantía de las prestaciones que recibirán los partícipes está predeterminada.
  2. De aportación definida. Se predetermina el importe de las contribuciones de la empresa y/o de sus empleados. Pero no el de las prestaciones futuras, que podrán establecerse en términos absolutos, o en función de otros parámetros (salarios, cotizaciones a la Seguridad Social, etc.)
  3. Mixtos. Es una combinación de las anteriores modalidades.

¿Cuál es la fiscalidad de estos productos en Euskadi?

Para las aportaciones: Podrán reducirse de la base imponible general las aportaciones propias de hasta 5.000 euros anuales, que serán 8.000 en el caso de las contribuciones empresariales. El límite conjunto se sitúa en los 12.000 euros.

En el caso de las prestaciones. Para aquellas que se realicen en forma de capital, se establece un límite de 40% de reducción, hasta los 300.000 euros, similar al establecido para el mixto (renta-capital). En el caso de la prestación en forma de renta, no está prevista reducción alguna.

¿Y cuál es la rentabilidad? Los fondos de pensiones promovidos por las empresas para sus empleados alcanzaron una rentabilidad anual del 3% en los últimos diez años, frente al 1,7% de los planes individuales, según el informe ‘Situación del ahorro colectivo en España, elaborado por Esade y Mercer Situación.

¿Qué desventajas tienen?

La principal de ellas es que el partícipe no puede decidir en qué tipo de plan le gustaría entrar, cosa que sí sucede en el caso de los individuales. En los de empleo es la empresa la que impone el producto.

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